Tumbar al potro, ¿una tecnica aconsejable?

Hemos visto en los últimos tiempos a diversos maestros de “Doma Natural” como introducen en su sistema de trabajo o exhibiciones tumbar a los potros. Cada uno lo hace a su manera y con diferentes fines. Incluso vimos esa técnica en la famosa película del Hombre que susurraba a los caballos. Recuerdo que siendo aquella una película que en general gustó mucho a todo el mundo, era precisamente la escena en que se obliga al caballo a tumbarse lo que generó cierto rechazo, sobre todo en los aficionados al caballo, que no comprendían como si se hablaba de “susurrar” a los caballos se llegaba a realizar un acto de tanta agresividad y sumisión con el caballo. Esta es precisamente la razón de ser de este artículo, analizar si es necesario o no, bueno o no, tumbar a los caballos en su proceso de doma.

Entre los maestros más conocidos de los que trabajan y ofrecen sus cursos por España tenemos a varios que utilizan esta técnica. El que más destaca por hacerlo es Fernando Noailles, tan es así que forma parte esencial de su sistema. Es así como empieza el proceso y además forzando al caballo a que se tumbe, y una vez en el suelo lo mantiene atado e inmóvil, hasta que, empieza a relajarlo. La verdad es que le da resultados pues luego puede montar al potro, pero personalmente creo que no es necesario someter al potro a tanto estrés. A diferencia del Sr. Noailles, Chico Ramirez, que también tumba potros, lo hace en alguna exhibición cuando se le demanda, pues la gente tiene interés en aprender la técnica, o cuando es absolutamente necesario por el temperamento del potro. La gran diferencia entre ambos es que para Chico Ramirez no forma parte de su sistema de Adiestramiento, y además si lo hace trata de enseñar al caballo a acostarse por su propia voluntad y a permanecer tumbado sin ningún tipo de ataduras. Oscar Scarpati es el tercer maestro que también tumba caballos y al igual que Chico lo hace excepcionalmente o cuando se le demanda, Él lo entiende como un juego en el que enseña al caballo a acostarse igual que le enseña cualquier otra cosa. Con Chico se diferencia en que éste no lo ve como un juego sino una cosa más a prender, pero para los dos es un proceso que se aprende en que el caballo termina por acostarse voluntariamente.

Durante muchos años yo he tenido mis recelos sobre la bondad de esta técnica, no veía claro los beneficios que aportaban al proceso de adiestramiento. Así en un clinic de Ray Hunt, reconocido maestro de maestros, tuve la oportunidad de preguntarle sobre el tema, y me respondió que él lo hacía sólo de vez en cuando, cuando lo necesitaba. Me dijo que “hay caballos con los que es el último recurso, cuando lo has probado todo y no te da resultado, túmbalo”.

Hablando con algunos de ellos y con otros domadores que hace ya años que aplican esta técnica he llegado a la conclusión que puede ser muy útil para el proceso de adiestramiento enseñar al potro a acostarse. Pero digo enseñarle a acostarse, no tumbarlo por la fuerza. Al igual que enseñamos al potro a que confíe en nosotros y nos da sus manos, nos deja meterle la mano en la boca, tocar sus orejas, poner un termómetro en su ano, tocar sus ubres, incluso ordeñar a las yeguas, etc, ¿por que no va a dejarnos que lo acostemos?. Hay quien dice que tumbar al potro es humillarlo, someterlo demasiado, puede que tengan razón si lo hacemos a la fuerza, pero no hay nada de eso si le pedimos que se acueste y él lo hace voluntariamente. También dicen que no es natural, pero yo he visto a todos los potros que se tumban, mucho menos natural es montarlos. Por lo tanto si vemos que enseñarle a que se tumbe puede ser perfectamente natural, sólo nos queda un problema por resolver, ¿cómo se lo enseñamos?. Hay diversas formas, como en todo ejercicio de doma, tantas formas como domadores, no en vano acostar a los caballos ha sido siempre un ejercicio utilizado por todas las caballerías del mundo, y os puedo asegurar que muchas de ellas utilizaban métodos de adiestramiento de lo más naturales, como los indios de las praderas norteamericanas, los mongoles, etc.

Yo sólo puedo explicaros mi sistema, que he aprendido de Chico Ramirez. Debo resaltar que no es lo mismo que muchos hemos visto en exhibiciones en Ferias, pues ahí está condicionado por el tiempo y fuerza la situación. El proceso que os presento aquí, es un proceso lento y pausado, en el que el potro va asimilando de forma gradual lo que le pedimos hasta que entiende que solamente queremos que se acueste para descansar y acariciarle, y que lo haga respondiendo a una señal.

Primera fase

Lo primero que debemos decidir es que tipo de señal queremos utilizar, si un gesto, la voz, la acción de la rienda, etc. Yo utilizo una señal de voz. Mi objetivo es que al final el caballo al oír la palabra al suelo se acueste.

El proceso lo divido en varias fases que enseño en días diferentes. La primera empieza enseñando al potro a bajar su cabeza hasta poner su hocico en el suelo. Digo “al suelo” y entonces tiro suavemente del ramal hasta que baja su cabeza hasta donde yo quiero, en ese momento quito la tensión del ramal. Puedo reforzar positivamente la acción con caricias o con una zanahoria que el potro encuentra al bajar su cabeza. Si usamos el estímulo de la comida deberemos tener la prudencia de no usarlo siempre, pues entonces sólo obtendremos resultados con comida. Yo normalmente no la uso. En el momento que al decir “al suelo” el potro baje la cabeza, o tal vez también con una suave indicación del ramal, podemos pasar a la siguiente fase.

Segunda fase

Segunda fase, enseñamos al potro a quedarse con una rodilla en el suelo. Cojo la mano del potro y paso el ramal por entre sus manos, digo al suelo y pido que baje su cabeza, cuando está en esa posición voy retrasando su mano que tengo flexionada hasta que coloque su rodilla en el suelo, en ese momento lo suelto y le dejo descansar. El potro puede que proteste un poco al principio por que no entenderá lo que le pedimos, pero en cuanto vea que al poner la rodilla en el suelo le dejamos lo aprenderá enseguida. Esto no es más complicado que enseñarle al potro a que nos de las manos y los pies para herrar, capítulo este que ya hemos tratado en esta sección.

Tercera fase

Tercera fase, que se mantenga con la rodilla apoyada en el suelo sin que tengamos que sujetarlo. Igual que en las fases anteriores la idea es no quitar el estímulo hasta que nos de la respuesta querida. A diferencia de antes ahora cuando el potro apoye la rodilla no quitaremos la presión sobre el ramal ni sobre su brazo, la mantendremos unos instantes hasta que el potro deje de intentar incorporarse. En este momento una zanahoria si puede ser una buena idea, pues reforzara muy positivamente el esfuerzo del potro. Se trata de que el potro vea que esa posición un tanto incómoda le aporta algún beneficio.

Cuarta fase

Cuarta fase, que se quede con las dos rodillas apoyadas en el suelo. No es estrictamente necesario pasar por esta fase, pues le podemos pedir que se tumbe cuando tiene sólo una rodilla apoyada, pero es más incómodo que si ya tiene las dos. Normalmente aprende por sí mismo a poner la segunda rodilla en el suelo pues le resulta mucho más cómodo, por lo que sólo repitiendo el ejercicio anterior llegará el momento en que colocará directamente las dos rodillas. Si no fuera así, cuando tiene una rodilla apoyada en el suelo el otro brazo lo tendrá estirado hacia delante, si atamos una cuera al menudillo de ese brazo, en ese momento podemos dar unos pequeños tirones para animarle a flexionarlo y ponerse con las dos rodillas en tierra.

Quinta fase, que se acueste. Una vez tiene las dos rodillas en tierra, simplemente le desequilibramos empujándole un poco y se acostará, puede pasar que se quiera levantar de inmediato, no pasa nada le dejamos que lo haga un par de veces. Si vemos que esa es su tendencia, tal vez todavía el potro no confía mucho en nosotros. Es muy posible que hayamos sido un poco agresivos en nuestras maneras, o que no le hayamos dado el tiempo necesario para asimilar las distintas fases. Lo normal es que cuando el potro se encuentra acostado quiera permanecer así, pues estará muy cómodo en esa posición.

Sexta fase

Sexta fase, una vez el potro permanece acostado, le acariciamos por todo su cuerpo hasta que veamos que está totalmente relajado, podemos sentarnos encima suyo, tumbarnos a lo largo de su lomo y sentarnos a horcajadas. Desde esta posición podemos pedirle que se levante, y sin darnos cuenta ya estamos montados en el potro.

Desde hace un tiempo he introducido esta técnica como parte habitual del proceso de amansamiento desbrave del potro. Lo hago sólo con potros que tengo desde muy jóvenes, aprovecho el destete para empezar con las prácticas y cuando tiene un año suelo montar desde el suelo a un ayudante que esté muy liviano, normalmente me ayuda mi hijo de 11 años que no pesa mucho. Así tenemos potros que ya están montados con un año o año y medio. Más o menos una vez al mes hago el ejercicio y así cuando llegan a los tres años la primera monta no es más que un trámite. La verdad es que creo que puede ser muy positivo tanto para el potro como para el domador, pues se reducen muchos riesgos.