Doma natural. Capitulo 1 – Articulos de doma natural de caballos

En los últimos tiempos es cada vez más frecuente oír hablar de la “Doma Natural”. Son cada vez más los domadores que se etiquetan como “naturales”, pero sigue siendo un concepto un poco extraño para la mayoría de los amantes del caballo, lo que sin duda puede llevar a errores y confundir métodos de doma tradicionales realizados con suavidad y buena mano con la “Doma Natural”.

¿Que es en realidad la Doma Natural?

Para muchos consiste en domar a un potro sin emplear la violencia física, es frecuente oír la frase “yo nunca les pego”, pero a la vez vemos caballos que son sometidos por sus domadores a un gran estrés durante su adiestramiento o que están viviendo en unas condiciones muy poco naturales.

La Doma Natural debemos entenderla como un concepto amplio que nos obliga a realizar un esfuerzo intelectual para intentar comprender a los caballos, debemos ser nosotros los que nos adaptemos a sus pautas de comportamiento y a sus necesidades y no a la inversa como se pretende habitualmente.

No debemos ver la Doma Natural como un sistema más o menos novedoso para domar caballos, quien se enfrenta a otros sistemas que podemos considerar más tradicionales. Ni mucho menos. La Doma Natural no es un sistema, pues cada domador tiene el suyo propio. La Doma Natural es una postura, si se quiere una filosofía sobre como queremos que sea nuestra relación con los caballos. Todos aspiramos a tener una buena relación con nuestros caballos, una relación basada en la confianza mutua en vez de en el miedo, que quieran estar junto a nosotros, que se les note alegres y relajados.

Pero, ¿Como se consigue la confianza del caballo? La respuesta es sencilla, dando al caballo lo que necesita. Para ello debemos tener muy en cuenta cuales son sus pautas de comportamiento en estado salvaje y actuar en consecuencia.

El caballo es un gran herbívoro cuya principal amenaza son los depredadores. No podemos olvidar que durante miles de años nosotros no hemos sido para el caballo sino un depredador más, por lo que su instinto de supervivencia le hace huir del hombre. Durante millones de años de evolución el caballo ha ido perfeccionando su sistema de defensa. Con el tiempo se ha hecho más fuerte y más rápido lo que le convierte en uno de los animales que puede resistir más tiempo corriendo a gran velocidad, pero tiene un problema, para ello necesita comer grandes cantidades de hierba por lo que está muchas horas al día con la cabeza en el suelo. En esa situación el caballo no puede ver su entorno, por lo que es más vulnerable al ataque de posibles depredadores. Para evitarlo, el caballo se une con otros formando grupos familiares donde mientras unos comen o duermen otros vigilan. Cuando el caballo se siente amenazado por algún peligro siempre huye. La velocidad y resistencia son su mejor defensa. Un caballo sólo se defenderá dando coces o mordiscos cuando no pueda huir. Las patadas y mordiscos no son muy eficaces, no es fácil matar a un depredador de esa manera, la verdad es que el caballo no es muy certero cuando lanza las patadas. Por eso será su última opción. Si tiene la mínima oportunidad de huir eso es lo que hará. Conocer este comportamiento es muy útil para nosotros a la hora de relacionarnos con los caballos. Para que la protección del grupo sea efectiva los caballos han desarrollado un sistema de comunicación gestual que les permite reaccionar ante la menor amenaza. En definitiva, los caballos mediante un lenguaje corporal muy claro se transmiten unos a otros las señales de alarma o tranquilidad adecuadas a cada situación. Por lo tanto vemos que los caballos son muy sensibles alas señales corporales, y entienden muy bien cuando una situación es o no peligrosa en virtud de lo tensos o relajados que estemos.

Otro aspecto fundamental del comportamiento del caballo es la concepción que tienen del espacio que les rodea. Para el caballo hay dos espacios muy diferenciados, uno amplio, que podríamos llamar de seguridad, donde no permitirá que entre ninguna posible amenaza, y otro personal, muy importante dentro del grupo pues el caballo sólo permitirá a sus amigos que entren dentro de éste último. Por lo tanto nosotros debemos superar una primera barrera que nos separa del caballo que es su miedo instintivo al hombre como depredador. Si lo conseguimos podremos acercarnos al caballo y entrar dentro de su espacio de seguridad, él no huirá pues estará acostumbrado a nuestra presencia y dejará de vernos como una amenaza. Pero la segunda barrera es más difícil de franquear, pues el caballo debe no sólo aceptarnos, sino considerarnos como a un amigo, si no nos acepta como tal no permitirá que entremos en su espacio personal ni por tanto que lo toquemos.

Doma naturalOtro aspecto esencial del comportamiento del caballo es su capacidad para coordinarse con los otros miembros del grupo. Ya desde muy pequeños, en sus juegos, practican la coordinación. No debe olvidarse que su vida dependerá en muchas ocasiones de ser capaces de coordinarse en su huida, pues para el depredador es mucho más difícil escoger una presa a la que dar caza si todo el grupo se mueve como si fuera un único individuo.

No podemos olvidar por último la organización del propio grupo familiar, en donde a diferencia de lo que muchos piensan no se organiza en base a una relación de dominio y sumisión, sino a partir del liderazgo de uno de sus miembros. Los grupos familiares están normalmente formados por un semental y de dos a cinco yeguas con sus potros nacidos ese año y los de años anteriores normalmente hasta que tienen tres años. El semental se encarga de la protección del grupo, se enfrenta a las amenazas de posibles rivales o de algunos depredadores. Así mismo el grupo está liderado por una yegua, normalmente una yegua vieja pues será ésta la que tienen más experiencia y a la que el resto del grupo sigue voluntariamente. Ella decide cuando ir en busca de agua, de mejores pastos, de sombra, refugio, etc.

Las relaciones de dominio y sumisión sólo se darán en situaciones de conflicto, cuando dos caballos se tienen que enfrentar por algo y éstas son muy concretas y no suelen darse entre los miembros de un mismo grupo familiar. Vemos actitudes de dominio por ejemplo, cuando el semental de un grupo se enfrenta con otro macho que quiere quitarle a sus yeguas.

A diferencia de lo que ocurre con los caballos salvajes, en las relaciones sociales de los domésticos si vemos con frecuencia relaciones de dominancia y establecimientos de jerarquías. Debemos pensar que se encuentran en situaciones artificiales creadas por el hombre donde se ven obligados a competir por los recursos, al igual que pasa en los grupos de cazadores. Hay un poco de comida, un poco de sombra, etc. Cuando se dan estas situaciones de dominancia, el dominante lo único que busca es que el otro, el que es más sumiso se aleje de él dejándole el camino libre al recurso que quiere conseguir, ya sea comida, agua, etc. El sumiso no adopta en realidad una actitud de sumisión, no se acerca al dominante comos i le pidiera permiso para compartir los recursos, simplemente se aleja de él. Nadie quiere estar con el dominante, pues cuando se acercan a él lo único que recibirán sera una coz o un mordisco. El dominante a diferencia del líder no tiene por que ser el más experto, le basta con ser el más fuerte ya sea físicamente o de carácter.

No sucede eso con el líder de la manada los otros quieren estar junto a él, pues en él confían y saben que donde está el líder habrá tranquilidad.

De nosotros depende convertirnos en el dominante o en el líder. Yo personalmente prefiero ser un líder en el que mis caballos confían más que el dominante a quien los caballos temen. Ejercer el liderazgo sobre el caballo es la base de la Doma Natural. Si el caballo no nos ve como a su líder no nos seguirá voluntariamente. No es tan difícil como puede parecer convertirse en líder. En primer lugar los potros nunca son los líderes por lo que es natural en ellos buscar uno en quien confiar. Además no todos quieren la responsabilidad del liderazgo pues eso supone una mayor responsabilidad y riesgo. La mayoría cede ese puesto gustosamente, lo que podemos aprovechar para ocupar dicha posición.

Por desgracia, a menudo, no tenemos en cuenta las necesidades reales del caballo y con toda nuestra buena intención actuamos radicalmente en contra de dichas necesidades. Cuando se va a domar un potro es muy frecuente que lo primero que se haga con él sea meterlo en una cuadra, pues piensan que será así más fácil hacerse con él. Muchas veces son boxes donde ni siquiera puede ver a otros caballos sintiéndose totalmente aislado y perdido. Eso sí, nos preocupamos de que tenga un buen techo, buena cama y tres comidas al día. También nos preocupa mucho su aspecto, les afeitamos los bigotes y el pelo de las orejas sin saber que les quitamos sensibilidad y los hacemos más vulnerables a que se introduzcan en sus orejas elementos extraños que pueden ser causa de infecciones. Al parecer estamos confundiendo nuestras necesidades con las del caballo.

Cuando se saca del box el porto va sujeto de un ramal y lo primero que se hace es atarlo. Muchas veces para ponerle la montura lo atamos tan corto a la pared para evitar que se mueva que ni tan sólo puede mover su cabeza, impidiéndole sin saberlo que pueda ver lo que le rodea. A diferencia de lo que pensamos estar encerrado no nos facilita su doma, todo lo contrario. Cuanto más encerrado y aislado esté más estrés sufrirá. Esa es la mejor forma de conseguir un caballo nervioso o incluso deprimido.

Tenemos que tener muy presente que para comenzar el adiestramiento del potro con la esperanza de obtener buenos resultados es esencial que esté en las mejores condiciones posibles, tanto física como sicológicamente.

En los próximos capítulos intentaré explicar cómo podemos conseguir fácilmente su confianza si tenemos en cuenta que el caballo necesita sentirse libre para poder huir del peligro y estar en compañía de otros; y como podemos a su vez aprovechar los instintos naturales del caballo en su adiestramiento en nuestro propio beneficio como son su gran capacidad de coordinación y de comprensión del lenguaje corporal.

Juan Araquistain
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