Despedida a un gran maestro

El pasado 12 de marzo, y tras varios años de sufrir unas graves dolencias, murió uno de los hombres que más han influido en la revolución que el  Horsemanship ha supuesto para el mundo del caballo.

Ray Hunt fue el gran maestro de maestros, pero a pesar de ser reconocido por todos ellos como la persona que más y mejor divulgó el gran cambio que significaba la comunicación con el caballo, siempre fue humilde y mantuvo que el gran mérito era de sus maestros, Tom Dorrance y los propios caballos.

Ray Hunt nació en 1929 en el seno de una familia de granjeros. En los años de la gran depresión americana, la vida en la granja era muy dura, y su padre de fuerte carácter y muy exigente se mostraba muy firme con Ray y sus numerosos hermanos. Ya desde joven se veía la  buena mano que tenía con los caballos, y su padre encargó al pequeño Ray que se cuidara de los animales de tiro de la granja. A pesar del trabajo agotador Ray se sentía afortunado, en aquellos años eran propietarios de su propia tierra y no les faltaba comida en la mesa. Muy joven decidió que el trabajo de la granja no era para él y se enroló como cowboy en un rancho de ganado. Los más veteranos no entendían por que había ido a trabajar allí, pues el trabajo de cowboy en aquellos tiempos era lo más duro que uno podía encontrar, y le recriminaban que había cometido una tontería cuando podría estar trabajando en su propia granja, pero él les contestaba, “ si creéis que esto es duro es porque no conocéis a mi padre”.

Ray Hunt siguió durante años trabajando en distintos ranchos de ganado, y destacaba por su buena mano con los caballos, pero cuando tenía treinta años se topó con un caballo realmente problemático. Ray había probado todos los métodos que con otros caballos le habían dado buenos resultados, pero con aquel no había manera. Estaba bastante desesperado cuando en la Feria de Elko se encontró con Tom Dorrance, encuentro que cambió radicalmente su vida. El gran Tom Dorrance cambió la perspectiva que Hunt tenía de los caballos y le hizo ver el mundo desde el punto de vista del caballo. Ray Hunt aceptó el reto y empezó a seguir las enseñanzas de Dorrance. Pocos meses después aquel caballo imposible cambió radicalmente, tanto como lo había hecho Hunt, y empezó a ganar en diversos concursos hípicos.

Tras esa maravillosa experiencia Ray Hunt decidió aprender de Dorrance todo lo que le fuera posible, y en eso empeñó su vida. Ray era un discípulo aplicado que poseía una gran sensibilidad, por lo que aprendió tan rápido que impresionó al propio Dorrance, que decía de él: “Nunca he conocido a nadie que fuera capaz de captar las más pequeñas claves y desarrollarlas en la dirección correcta en tan poco tiempo –es como si lo hubiera estado haciendo toda su vida”.

Fue en 1970 cuando Ray Hunt empezó a construir lo que luego sería la gran expansión del Horsemanship por todo el mundo. Empezó a ofrecer clinics donde ofrecía algo diferente, en contra de los métodos que tradicionalmente habían usado los cowboys en el trato con los caballos, lo que le supuso recibir muchas críticas. Pero él no se achantó y nunca le importó lo que los demás pensaran de él. Para él el caballo era lo más importante, sabía que su misión era poder ayudar a los caballos que tenían problemas de incomprensión por parte de los humanos. Solía empezar sus clinics diciendo: “Yo estoy aquí por el caballo, para ayudarlo a que reciba un mejor trato”.

Los más destacados maestros de la Doma Natural actual se reconocen todos como discípulos suyos, y es la influencia de Ray Hunt un nexo de unión muy evidente entre todos ellos.

En 1978 escribió un libro titulado Think Harmony with Horses: An in-deph Study of Horse / Man Relationship. Este libro supuso otra revolución en el mundo del caballo. No era un manual de cómo hacer ejercicios, sino que nos obligaba a pensar. A pensar en los caballos. Es un libro que todo el mundo debería leer.

Yo tuve la gran suerte de conocerle durante un clínic que impartió en Sevilla, en abril de 2004. Me impresionó su coherencia entre lo que explicaba y como actuaba. Era verdad que estaba allí por los caballos. Recuerdo a un jinete que montaba un caballo bronco que Ray Hunt había estado trabajando. El potro había aprendido mucho y bien y cuando llegó la hora de montarlo, el jinete se cayó y Ray Hunt partiéndose de risa preguntó: “¿Alguien sabe porque ha venido a un curso de doma de potros uno que no sabe montar?”. Y tenía toda la razón, es injusto para un caballo al que se le está montando por primera vez, que lo haga un jinete incapaz, pues la caída del jinete es mucho más traumática para el caballo que para el jinete, pues habrá vivido una muy mala experiencia de su primera monta, que le condicionará su comportamiento en el futuro.

Ray Hunt tenía una personalidad que te atrapaba. Cuando hablaba de caballos sus conocimientos te desbordaban, pero eso no era lo más impresionante, sino el sentimiento con el que explicaba las cosas. El se consideraba  “el abogado de los caballos”, y era verdad. Para él uno de los principios más importantes para poder tratar con caballos era tener claro que “el caballo nunca se equivoca”, si nos encontramos con algún problema, será nuestra responsabilidad porque seguro que no se lo hemos sabido plantear correctamente al caballo. Nosotros debemos ser el guía que sabe solucionar los problemas que surgen y nunca alguien que los agrava. Si no somos capaces de demostrar que controlamos la situación, nunca conseguiremos el liderazgo sobre el caballo, pues “El caballo sabe cuando tú sabes y también sabe cuando tú no sabes”.

Creo que una de las cosas esenciales que me enseñó fue que para tratar con caballos se necesita mucha sensibilidad. Algunos la tienen de forma innata, pero todo el mundo puede aprender a ser más sensible, simplemente tiene que intentarlo. Para poder ser sensible para dar al caballo en cada momento lo que necesita, hay que aplicarse en conocerlos, estar muy atento a lo que nos dice el caballo, hay que saber escuchar y darle respuestas, sino conseguiremos caballos sordos, que no tendrán ningún interés en comunicarse con nosotros.  En realidad si estamos concentrados en lo que está pasando podremos aprender todo lo que necesitamos de los propios caballos, y nos repetía que “ Es impresionante todo lo que puedes aprender cuando aprendes que todo lo que hay que aprender está en el caballo”.

Por lo tanto, para mí lo más importante que se puede extraer de sus enseñanzas es que cuando estás con tu caballo “no vas a trabajar a tu caballo, sino que vas a trabajar sobre ti mismo”.

He escrito este  breve artículo como despedida a un gran maestro y a una excelente persona, que tras sólo cinco días consiguió cambiarme por dentro. A Ray Hunt ya no podremos volver a verle montado a caballo, pero por suerte para todos nosotros,  no se ha ido del todo, pues nos ha dejado sus escritos y gran parte de su esencia en todos aquellos que tuvieron la suerte de ser sus discípulos.